Visita por la tarde

Entré en la casa y me quité el abrigo

para que mis amigos no supieran

cuánto frío tenían, pero ellos

dijeron: "Ven, entra en la cocina".

Y la madre hizo fuego para mí.

No he podido tener nunca mi fiesta

en paz como aquel día:

el vino en la madera; la mirada

de los niños; las palabras;

el resplandor del fuego...

Cuando llegó la noche, la mujer

sacó las manos del agua

y separó los cabellos esparcidos

sobre el rostro cansado.

Y vi el rostro.

Rostro cansado: amor.

Y sonreía.

 

 

Antonio Gamoneda

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