Invisibles

El problema

con las heridas que dejan los duelos

es que son invisibles.

Voy sangrando pero nadie lo ve.

No dicen: Esta mujer no puede con sus llagas.

Espero a que cambie el semáforo

en la senda peatonal,

y los niños tontos que juegan

a los pistoleros a mi lado

no saben que lo mejor sería

dejar de moverse y guardar silencio.

Tan cerca están y no saben

que mi pullover todavía huele a cementerio.

Podría colgarme un cartel 

en la espalda: Con cuidado por favor.

La ignorancia de los otros

es también lo que me libera.

Un día saco turno al dentista,

me anoto para hacer yoga

y con gratitud

recuerdo a esa persona

que me dio la bienvenida

y me dijo que soy un sol

iluminándolo todo.




Este poema forma parte del libro "Tierra fresca" (2022)

(Ed. Tren Instantáneo)




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