Bichos bolita

Bichos bolita, acordeón gris
en mi casa de la calle setenta y seis.
Asustados se convertían en una pelota diminuta
apenas un poco más grande que un grano de pimienta.
Tan inofensivos, yo les ponía el dedo 
para ver cómo se cerraban.
Nunca sabía cuál era la parte de adelante
y cuál la de atrás.
Nunca maté uno pero los molestaba.
Bichos bolita, una armadura con encastres
como mi vaso que llevaba a la escuela.
Así también mis pensamientos
cerrándose sobre sí mismos
hasta que se traban
con una parte que falta
porque no se puede recordar.
Bichos bolita,
me gustaba hacerles creer
que ya me había ido,
para verlos abrirse una vez más
y seguir su camino.

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