Nupcial

Entre los recuerdos más bizarros que puedo contar, tengo el día en que toqué el órgano en una iglesia con motivo de un casamiento.

No recuerdo haber tenido la posibilidad de negarme a hacer semejante cosa. Cuando la tía Mary me lo preguntó, no lo escuché como una pregunta. Simplemente se sabía que yo estudiaba piano y a los novios no les alcanzaba para pagar un músico profesional. Y yo era además, una chica muy complaciente.


No dije sí, tampoco dije no. No recuerdo cómo hice para aprender el funcionamiento de ese aparato que además de tocarse con las manos, necesitaba de mis pies en permanente movimiento. Tampoco recuerdo cuánto ensayé con el tenor que cantaba muy lindo el Ave María. Por el registro que tomo prestado de la propia tía Mary, parece que salió todo a pedir de ceremonia, encantadora y casi mística. Yo nunca volví a hacer una cosa así y nunca sabré cómo aprendí a hacerlo (y cómo lo desaprendí inmediatamente).


Hoy que es también un día de boda, de mi boda, estoy segura de que no tendré un coro de tenores cantando el Ave María. Y mejor así porque no sabría qué hacer con esa pompa. Aquí estamos, sin marcha nupcial, sin vestido ni anillos, desnudos los dos, viajeros, con nuestra princesa y los amigos que sabemos, vendrán.


27/8/2021





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